Gracias al orgullo


Giménez celebra el empate a dos.
(FOTO: atleticodemadrid.com).
González, ÁLVARO | Madrid

El Atlético salvó un punto en Montilivi como lo hace un equipo grande, pero mostró una imagen mucho más mala que el equipo pequeño. Solo Correa, Giménez y Oblak se salvaron, en cierta medida, del malísimo partido que ofrecieron los de Simeone en su debut liguero. Les faltó de todo lo que se necesita para sumar los tres puntos: ideas, fútbol, control, seguridad defensiva y chispa en ataque. Así no se puede.

Se barruntaba partido trabado y donde mantener la portería a cero parecía ser determinante para poder aprovechar alguna de las pocas ocasiones que tendrían los de Simeone y llevarse los tres puntos para Madrid. Resalto lo de "pocas ocasiones" porque viendo la falta de ideas en ataque, ahora mismo los rojiblancos se encomiendan a aprovechar alguna y gracias.

Mención especial para Griezmann, que ha empezado la temporada más pendiente de las redes sociales que de marcar la diferencia dentro del terreno de juego. Súmale además, que ayer también pecó de "hablador" con el árbitro y acabó en la caseta antes del final. Si bien, vio una amarilla por simular un penalti, que cuanto menos es dudoso, pero que se autoexpulsó después diciéndole al colegiado "eres un cagón". Sabes que si estas en el Atleti, esas palabras te mandan al vestuario de inmediato. 

Si Griezmann era un puedo y no quiero, sus acompañantes en ataque eran un quiero y no puedo. Ni Torres ni Carrasco sabían como librar la última línea defensiva catalana. En consecuencia, Iraizoz se convirtió en un espectador de lujo en la primera parte. Si además de eso, concedes dos goles muy parecidos en tan solo tres minutos, tienes muchas papeletas de empezar la liga con la mochila vacía de puntos. El Girona era mejor y el resultado estaba siendo justo.

Sin embargo, algo de orgullo le quedaba a este Atleti. Orgullo y Correa, que por fin parece que esta temporada se ha decidido a aprovechar las oportunidades que le dé Simeone. Salió y marcó. Muy diferente a Vietto, que con un pie y medio fuera del Atleti no supo quemar su bala en una ocasión que pudo dar los tres puntos a los rojiblancos. Con todo a favor, mandó el balón fuera de Girona. 

En la parte del orgullo, Giménez y Oblak. El uruguayo se elevó como si tuviera muelles en los pies para igualar con 10 un partido que era impensable que se empatara. Lo celebró besándose con rabia el escudo, como prediciendo lo que diría Simeone en zona mixta minutos después: "Este equipo nunca muere". Y luego está Oblak, que se marcó dos paradones al final, dignos del mejor portero del mundo, para evitar que la reacción de los últimos minutos se quedara en anécdota. 

Al final, empate a dos y se repite la película de la temporada pasada: tropiezo en la primera jornada ante un recién ascendido -y mira que se le recordó a Simeone en la rueda de prensa previa al partido-. Mucho debe cambiar este equipo si no quiere que los empates se traten como buenos resultados, empezando por el delantero ´rubito` de las redes sociales.

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